Son las 8:25 horas, me apróximo a la habitación de mi hijo, abro la puerta: él se encuentra dormido.

24.09.2013 14:33

En la penumbra de su recámara observo su rostro, sus manos entrelazadas: parece que está orando.

 

En su alcoba se respira paz, percibo tranquilidad.

 

Me siento al borde de su cama, trato de no hacer ruido. Admiro su semblante: su respiración es armónicamente pausada, no refleja alguna preocupación.

 

Pienso que los hijos son una bendición de Dios para los padres; un préstamo del Creador para reflexionar sobre la forma en que han conducido sus vidas; un ser que los orillará a ser maestros, comportarse como amigos, serenarse como guías; una criatura que les permitirá transmitir de forma incondicional el amor que muchas veces permanece escondido en sus corazones.

 

La integridad es un elemento fundamental para iniciar, desarrollar y mantener, hasta el final de nuestros días, una armónica relación con nuestros hijos.

 

Integridad implica respetar sus etapas de crecimiento y no imponer cargas que no les corresponden...

 

Libro Integridad, Editorial Janadesa, pp. 37-38.